Este delicioso postre, lleva ya más de 100 años, endulzando los paladares de propios y extraños y se ha convertido en el icono de la ciudad blanca. con su variedad de sabores cautiva a los paladares más exigentes.
Inicialmente los helados de paila se los hacía en lavacaras de madera pero actualmente ya no se consiguen y se utiliza lavacaras de plástico. El hielo se lo traía del Imbabura, hoy se lo compra en una fábrica.
Todo se conserva intacto, el secreto radica en la fruta, se debe conocer cual es la adecuada y como preparar los jugos. La preparación es minuciosa y se la debe hacer en “paila virgen”; es decir, que la paila no haya sido utilizada antes para ningún otro efecto como fritada, melcochas, etc. La iniciación de la misma será con tres días de hervor y luego un lavado inicial con polvo de ceniza y naranja agria.
Con la paila lista se coloca paja de páramo en la lavacara plástica, luego se coloca el hielo y se hecha sal en grano para bajar la temperatura.
Inmediatamente se coloca la paila de bronce en la cual se vierten los jugos de frutas naturales, sin colorantes ni preservantes, para luego mediante rotación, lograr que el jugo alcance una cierta consistencia y se transforme en helado. Posteriormente el helado se lo deposita en un congelador y están listos para ser degustados.
Existen de diferentes sabores como: mora, guanábana, taxo, leche, chocolate, tamarindo, ovo, aguacate, mango, ron pasas, limón, coco, naranjilla, frutilla, granadilla de hueso, mandarina, guineo, papaya, arazá.
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